Por PS. Constanza Bravo, psicóloga clínica en Clínica Los Tiempos

En la compleja trama del desarrollo adolescente, los trastornos del ánimo emergen como sombras que pueden eclipsar la vitalidad y la estabilidad emocional. Este artículo se sumerge en el universo de los trastornos del ánimo en adolescentes, desentrañando sus manifestaciones, impacto y las razones subyacentes que hacen a esta etapa de la vida especialmente propensa a las variaciones emocionales. Desde los polos de la depresión hasta los períodos de exaltación, exploraremos cómo estos trastornos afectan la calidad de vida de los jóvenes, marcando no solo su presente, sino también dejando huellas en su futuro.

 

¿Qué es el trastorno del ánimo?

Es un trastorno de salud mental que se caracteriza por una existencia de alteraciones emocionales. Hay 2 polos que son los más habituales que uno ve en tratamiento que son: la depresión y los periodos de exaltación o de manía. Y se pueden presentar sólo uno de ellos o ambos. 

Lo que lleva a que esto se constituya en un trastorno es cuánto interfiere en la calidad de vida de la persona, porque generalmente cuando se instala en una intensidad moderada a grave, aparecen muchos síntomas que limitan en una vida normal a nivel físico, social o también en el ámbito escolar en el caso de adolescentes, y se ve esta incapacidad de realizar tareas a nivel cotidiano.

 

¿Cómo afecta a un adolescente?

A un adolescente lo afecta de una manera bastante intensa en general, porque tenemos que pensar que es una etapa del desarrollo que se está bastante vulnerable con las emociones. Es una etapa en donde se va a desarrollar la salud y el bienestar que va a repercutir después en la vida de adulto. En el adolescente en especial hay factores de estrés que se evidencia con mayor caos, intensidad porque también están desarrollando su identidad, un proyecto futuro, las habilidades sociales, pertenecer e identificarse con un grupo. Entonces, en ese sentido, son particularmente vulnerables. Si es que el ánimo se altera, por ejemplo si ya tuvieran instalado un cuadro más depresivo, vamos a ver a adolescentes que van a tender a ser excluidos en el ámbito social, que van a referir que los amigos los rechazan, se aburren de ellos o que siempre tienen problemas o andan tristes. Eso va generando una estigmatización que a veces incluso va trascendiendo a otros niveles, por ejemplo, con profesores y un trato diferente o incluso dentro de la familia o papás que pueden llegar a anular este malestar, por ejemplo “Todo va a estar bien, relájate”. Entonces, esto repercutiendo en dificultades que se van observando de manera más concreta, vemos un impacto posible en el rendimiento académico también más vulnerabilidad en conductas de riesgos como el consumo de alcohol y drogas que en este periodo también es una forma más experimental y que les permite ser parte de una área más social y en general es un daño en salud física y actividad. Y esta situación, en su complejidad máxima, puede llevar incluso a un suicidio en esta etapa del desarrollo.

 

¿Por qué los adolescentes están más propensos a la variación del ánimo?

Porque la adolescencia en sí es un período complejo al desarrollo, que trae muchos cambios a nivel físico, emocional y social, y si a eso se le suman factores ambientales que puedan incidir en un mayor malestar como: estrés en nivel escolar, tensión en una ámbito familiar u otras experiencias difíciles que puedan estar viviendo; hacen que sea un período de mayor sensibilidad a poder desencadenar un cuadro desde el punto de vista anímico. En esta etapa es donde se aprende a gestionar las emociones, entonces en esta etapa de desarrollo si es que hay otros factores involucrados que puedan estar interfiriendo en el bienestar del adolescente, se puede llegar a desencadenar un cuadro de este tipo.

 

En la travesía de la adolescencia, donde las emociones son telúricas y el autoconocimiento está en plena ebullición, los trastornos del ánimo se erigen como desafíos cruciales. La influencia de estos trastornos no solo se refleja en la esfera emocional, sino que también se proyecta hacia la vida social, académica y, en casos extremos, la salud física. Entender por qué los adolescentes son más susceptibles a estas variaciones del ánimo es el primer paso para abordar este problema de manera integral y ofrecer el apoyo necesario para el florecimiento de una generación que enfrenta desafíos únicos en su viaje hacia la adultez.