A continuación, presentamos la columna de la destacada psicóloga Cecilia Yáñez, que aborda de manera profunda la complejidad de la Crisis Adolescente. Esta etapa de la vida, aunque natural, plantea desafíos tanto para los jóvenes en crecimiento como para sus padres. En este artículo, exploraremos los aspectos clave de esta fase crucial, considerando distintas perspectivas y enfoques.

La “Adolescencia” es un término relativamente moderno en comparación con épocas pasadas. Antiguamente, la transición entre la niñez y la adultez se marcaba mediante ritos de iniciación en lugar de definirse como una etapa específica. Hoy en día, reconocemos que la adolescencia puede manifestarse en diferentes edades y duraciones, variando en cada individuo.

La adolescencia se puede entender como un periodo de transformación, donde los cambios físicos y psicológicos pueden generar diversas respuestas. La separación del cuerpo infantil y el reajuste en la posición social pueden generar angustia tanto en los jóvenes como en los padres. La evolución hacia una identidad propia y la exploración de la sexualidad son aspectos cruciales en este proceso. Esta exploración no se limita al aspecto sexual, sino que abarca la búsqueda de identidad y pertenencia en el mundo.

Para los padres, esta etapa puede ser desafiante al cuestionar su autoridad a medida que sus hijos buscan autonomía. El entendimiento de que la rebelión adolescente puede ser un intento de búsqueda de aceptación y amor, además de una forma de probar límites, es esencial. Identificar las señales comunicativas y emocionales no expresadas puede fomentar una relación más armoniosa.

La crisis adolescente no necesariamente debe ser un conflicto familiar. En cambio, puede ser una oportunidad de desarrollo si se maneja adecuadamente. Para lograrlo, es fundamental comprender que esta crisis refleja el contraste entre las aspiraciones del joven y las oportunidades que la sociedad le brinda. Normalizar los desafíos emocionales y comunicativos puede convertir esta etapa en un hito de crecimiento.

En este sentido, es vital establecer límites claros y respetuosos que permitan a los adolescentes explorar su identidad de manera segura. Fomentar un ambiente de diálogo abierto y comprensión mutua es esencial. Mostrar interés genuino en sus intereses, amistades y perspectivas, sin emitir juicios, promueve un ambiente de aceptación y confianza.

En conclusión, la crisis adolescente es un proceso natural que, si se aborda con empatía y comunicación efectiva, puede transformarse en una etapa de crecimiento y desarrollo personal. La comprensión de los desafíos, tanto para los jóvenes como para los padres, es esencial para fomentar relaciones saludables y empáticas durante esta etapa de cambios.

Cecilia Yáñez K.

Psicóloga

Fuentes:

– Le Breton, D. (2011). Antropología del cuerpo y modernidad. Nueva Visión.